LA TRIBU: RETRATOS DE CUBA Pdf _TOP_
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\"La tribu: retratos de Cuba\" (Sexto Piso, 2017), del periodista y escritor Carlos Manuel Álvarez y prólogo de Martín Caparrós, es un reportaje de la vida cotidiana cubana en un periodo clave para el país.
La tribu: retratos de Cuba (Sexto Piso, 2017) es un recorrido por la vida cotidiana de Cuba durante un periodo de cambio que abarca desde 2014 a 2016, es decir, desde el restablecimiento de relaciones con los Estados Unidos hasta la muerte del líder histórico de la revolución, Fidel Castro.
/ por Martín Caparrós /Compremos la sinonimia que el poder nos ha vendido. Fidel es la Revolución. Fidel es la Patria. Fidel es la nación. Miremos sus fotos de los sesenta: temerario, frondoso. Miremos sus fotos de los setenta: feroz, impulsivo, incluso exorbitante. Miremos sus fotos de los ochenta: severo, compacto. Miremos sus fotos de los noventa: redundante, terco, fatigoso. Miremos sus fotos de los dos mil: parlanchín, decrépito, desencajado. Hay en su recorrido físico la edad espiritual de un pueblo. Se precisa la saña y el entusiasmo de un cubano que no quiere serlo y quiere serlo, un escritor que podría ser periodista, un periodista que podría ser escritor, para contarlo de este modo. Carlos Manuel Álvarez dice que los cubanos hemos tenido fe y la hemos perdido, fuerzas imposibles nos han mutilado, nos hemos fugado, hemos sobrevivido y no. Cuál fue esa fe Por qué la perdimos Por qué nos fugamos o permanecimos y por qué sobrevivimos o sucumbimos De qué hablamos los cubanos cuando hablamos de nosotros. La contradicción, aquí, no es un recurso de la dialéctica oficial; es el estado de perplejidad indispensable para escribir en serio. Para intentar la puesta en escena de un país: no su explicación, no su teorización, no su monumento; su puesta en escena.
Es 17 de diciembre de 2014. Barack Obama y Raúl Castro le anuncian al mundo que después de cincuenta y tres años de ruptura antagónica Estados Unidos y Cuba reestablecen relaciones diplomáticas. Resulta obvio que para los estadounidenses no es una noticia de la misma magnitud que para los cubanos. De ahí que probablemente ningún gringo esté, tras el anuncio, desconcertado, preguntándose qué está sucediendo o qué va a suceder.
La primera gran prueba del cisma que acaba de ocurrir entre los cubanos hay que buscarla en nuestra psique. Se trata de un hecho que no sólo va a redireccionar nuestra realidad económica o cultural o social, que ya es bastante, sino que nos obliga a renovar nuestro lenguaje, las palabras que solemos usar, los conceptos en que nos hemos ido acomodando como pueblo. Cambiado de porrazo el discurso oficial, cambia también la relación y el diálogo de cada uno de nosotros con ese poder, sea lo que fuere que nos inspire: confianza, amor, odio, decepción, entusiasmo, hastío. En la Mesa Redonda (el programa por antonomasia del oficialismo cubano), los mismos voceros que una semana antes hablaban de imperio para referirse a Estados Unidos, hoy, con una ecuanimidad que raya en el descaro, hablan de vecino.
Qué tono usar, si el acento de gesta languidece El acento, por otra parte, en que nos hemos educado. Un tono inservible y que, por más que queramos deshacernos de él, nos despierta el afecto de un amigo viejo, trae nostalgia. Estamos descubriendo casi con pavor que la buena nueva nos usurpa la voz, porque todo nuestro vocabulario se supedita a la confrontación, al imaginario bélico. Con el 17 de diciembre, los cubanos celebramos algo que podría venir, una posibilidad, pero también padecemos la tristeza de la tribu que entierra su dialecto.
El 12 de enero, desde algún lugar, Maradona muestra una carta que Fidel Castro le envía, donde lo menos importante es lo que la carta dice. Si Fidel Castro quiere decirle algo a Maradona, no tiene que enviarle una carta, no estamos en el siglo xix. Con llamarlo al celular tiene. O con hablar por Skype (en caso de que tenga Skype, que el resto de los cubanos no). Maradona es el pretexto. La carta lo que busca es callar bocas. O destaparlas más, quién sabe.
Éste es el retrato del cierre de un ciclo: quiénes somos y en qué condiciones llegamos al término de la travesía que fue la Revolución Hemos tenido fe y la hemos perdido, fuerzas imposibles nos han mutilado, nos hemos fugado, hemos permanecido, hemos sobrevivido y no. Cuál fue esa fe Por qué la perdimos De qué hablamos los cubanos cuando hablamos de nosotros
El cuadro que estos personajes conforman ha quedado tal cual. No he buscado integrarlos ni no integrarlos, ni demostrar a través de ellos una tesis previa, ni tampoco encontrar en sus relatos un hilo conductor nuevo o una marca registrada de lo cubano. Es la puesta en escena de un país.
Desde 2013, con la puesta en marcha de una reforma migratoria que permite a los cubanos viajar al extranjero sin restricciones gubernamentales, Ecuador se convierte en una especie de obsesión. Es uno de los pocos países que no nos exige requisitos de visa. Decenas de miles emigran. Algunos para asentarse y otros para seguir camino a través de Centroamérica hasta llegar a Estados Unidos.
Lo que menos cuenta en ambos relatos es lo que el médico hace. Hay aquí una contradicción insalvable desde la militancia, pero que desde la no militancia podría plantearse así. Los médicos cubanos salvan vidas en África y América Latina y esas vidas salvadas y esos médicos son utilizados por un régimen sin libertades civiles como carta de presentación, como embajadores políticos, como mano de obra barata, como cortina de humo que esconde el deterioro acelerado de la salud pública en el país, pero los médicos cubanos salvan vidas.
Cada vez que alguien entrevistó a un médico cubano, o bien porque hubiese regresado a la Patria, o bien porque se hubiera fugado de su misión, lo hizo con el fin de que le dijeran lo que le convenía escuchar. Como yo. Navarro como relato no le interesa al gobierno porque no es un soldado suyo y no le interesa a la oposición porque no es un hereje. Es un outsider de la narrativa política nacional.
A mí me seducía explotar la idea del médico que ya no trabaja para el Estado pero sigue llevando en sí los valores que, como él mismo reconoce, ese Estado alguna vez le enseñó, y cómo, por el solo hecho de que hoy no trabaje bajo sus órdenes, el Estado ya no lo va a poner de ejemplo ni le va a dedicar un reportaje en el noticiero estelar de la televisión. Cómo, en definitiva, el gobierno cubano premia más la obediencia que las mismas virtudes que dice promulgar.
En La Tribu se leen las historias de un exbeisbolista de las Grandes Ligas, de un prófugo de la justicia norteamericana, de una jovencita cubana que se va con un hombre a Europa y no le va bien, de huídos, de gente que vive en y de la basura, etc. Todo contado sólo con el filtro de la estética. En La Tribu La realidad se narra con la rudeza de un reportero de guerra, y se edita con sosiego.
C.M.A.: Es una revista cubana que intenta justamente publicar crónicas que respondan a la idea de crónica que te di unas preguntas más arriba. Publicamos, por lo general, piezas de largo formato que toman tiempo de reporteo, tiempo de escritura y también tiempo de lectura.
C.M.A.: Es la historia de una familia cubana de provincias que va en picada y cuyos miembros, en ese trayecto, quieren darse amor, pero se dan otra cosa, porque la pobreza es un flagelo que desvía el destino o el propósito de las flechas que atraviesan esa atmósfera, y esta familia es pobre, o ha sido pobre, o en sus ancas lleva marcado a fuego el signo espiritual de la pobreza.
A la lista de autores cuyas opiniones esperan ciertos lectores atraídos como lampreas (aunque dudo que nadie espere las opiniones de Padura con la misma impaciencia), habrá que añadir desde ya el nombre de Gilberto Padilla Cárdenas. Agradezco en esta nota la desacralización de Virgilio, a la que Padilla iba a dedicarle la columna, sin llegar a lograrlo, aunque sin dejar tampoco de contribuir a esa novísima subcategoría del destape literario. La figura de la pobre loca que chilló el apócrifo Tengo miedo! ha corrido la suerte del busto de Mella en el mall de Kempinski. Bien merecido se lo tiene! En la carta a Baquero, Virgilio queda en cueros. Ahora verdaderamente podemos tomarlo por el culo. Agradezco sobre todo en la escritura de Padilla sus trampas, sus puterías, y creo que está en lo cierto en lo referente a la portada de Sexto Piso, acierta en la crítica de la imagen plástica. Lo cual demuestra que, como en cualquier otro reglón productivo, la mente del cubano produce mercancías culturales de la más alta calidad siempre que se le empodere, permitiéndole adueñarse de los medios de producción.
Los estudios de ADN posteriores empezaron a demostrar que muchas personas del Caribe sí tenían ADN mitocondrial nativo americano. El 61 por ciento de los puertorriqueños, del 23 al 30 por ciento de los dominicanos y el 33 por ciento de los cubanos. Es un porcentaje alto de marcadores genéticos para un pueblo supuestamente extinto. En 2016, un genetista danés extrajo ADN antiguo de un diente hallado en un cráneo de 1000 años en las Bahamas. El diente tenía una cadena completa de ADN de taíno. Coincidiría con el nuestro De los 164 puertorriqueños analizados, todos coincidían con el ADN taíno.
En realidad, todo sería menos cuestionable, por poner un solo ejemplo, si hubieran enlistado a Martha Acosta (Camagüey, 1991), Premio César Galeano (2015), Premio Pinos Nuevos (2016); Premio Calendario, Premio Dador, Premio Paco Mir Mulet, Premio Fundación de Nueva Gerona (todos en 2017); Premio Celestino, Premio de Novelas de Gaveta Franz Kafka y Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar (todos en 2018). Pues, excepto por la inclusión de Carlos Manuel Álvarez, pareciera que Rodrigo Fresán y el resto del jurado solo dieron vueltas y vueltas en un bombo de feria a la emergente literatura cubana. 1e1e36bf2d